Al igual que el resto del cuerpo humano, nuestras uñas se enferman, ya que son muy susceptibles a las agresiones del medio exterior por lo que requieren de cuidados adecuados para mantenerse sanas.
Los pacientes con uñas enfermas o deformadas se quejan más por razones cosméticas que por razones funcionales. Esto no quiere decir que la enfermedad en las uñas sea trivial: esta enfermedad debe ser tratada por un especialista.
Las uñas crecen en promedio de 0.1 cm. diariamente, mismo que va disminuyendo en proporción a la edad.
En un adulto, una nueva uña de la mano tarda 6 meses en crecer. En los dedos de los pies tarda el doble.
Nuestras uñas son un tipo de piel distinta a la que recubre nuestro cuerpo, están formadas por queratina, un tipo de proteína que está fuertemente unida y que proporciona a la uña su dureza.
A diferencia de los huesos, la dureza de la uña no depende de minerales como el calcio.
Una uña húmeda se reblandece y es flexible o bien, por el contrario se reseca, se vuelve quebradiza y pierde su brillo.
Las uñas tienen diversas funciones tanto en el pie como en la mano, por ejemplo protegen las puntas de nuestros dedos y por otra parte, contribuyen a la manipulación de pequeños objetos.
Por ello, se debe estar conciente del papel fundamental de esta parte del cuerpo, y darles cuidado, entre otras cosas con una alimentación sana. Las vitaminas A, B, C, el ácido fólico, el calcio y el zinc son necesarios para tenerlas en buen estado.
Por otra parte, la limpieza y la higiene se vuelven fundamentales sobre todo en los pies, que en épocas calurosas como primavera y verano, el uso de zapatos de diversos materiales sintéticos y falta de aseo o secado adecuado, las hacen más susceptibles a contraer enfermedades.
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