jueves, 23 de septiembre de 2010

Pies de los ancianos: algunos cuidados especiales



Los pies, por ser un elemento insustituible para la marcha y el equilibrio, requieren una especial atención. De ahí que su observación y cuidado forma parte imprescindible dentro de la asistencia integral de los ancianos

Es fundamental tener en cuenta, que las enfermedades que puede tener un anciano en sus pues es muy amplia, ya que los pies están sometidos a la presión para adaptarse a las irregularidades del terreno.

Los pies deben adaptarse así mismo, a los efectos de enfermedades congénitas o adquiridas, al envejecimiento, al estrés impuesto por actividades y ocupaciones a lo largo de la vida.

No hay que olvidar la potencial incompatibilidad entre anatomía y el calzado moderno, con un aumento del tacón, dureza de la suela y la forma puntiaguda, entre otras características, que hace que haya aumentado el número de personas que sufren por sus pies, con predominio del sexo femenino.

En el pie con el paso de los años se produce endurecimiento en las celulas de la piel de del talón y disminución de la movilidad de las articulaciones.

La lista de enfermedades con potenciales manifestaciones pédicas es larga. En muchos casos, el pie puede ser el sitio primario de síntomas y complicaciones, como ocurre con: enfermedades como, la gota, artrosis, artritis reumatoide; insuficiencia cardiaca o diabetes mellitus, entre muchas otras.

Estos problemas van desde problemas superficiales como trastornos de las uñas o formación de callos, hasta alteraciones de músculos o huesos


Teniendo en cuenta que no todos los pies son iguales, las recomendaciones generales para tener unos pies saludables, y para evitar que pequeños problemas se vuelvan más severos mediante el cuidado diario de los pies.

La higiene perfecta de los pies consiste lavarlos preferentemente cada noche, tras las actividades cotidianas.

Para la limpieza se debe usar agua templada, aconsejándose probar la temperatura del agua antes del baño; jabón neutro y de acción antiséptica, durante unos cinco minutos.

Hay que procurar un buen secado de los pies, sobre todo entre los espacios interdigitales, para evitar la humedad residual, con una toalla suave y limpia, sin frotar la piel.

Obsérvese diariamente sus pies. Si siente dolor, irritaciones, cambios de color o temperatura, ulceras o signos de infección, debe consultar a su médico de familia o al geriatra, para tratar de encontrar la solución más adecuada a su problema.

Se recomienda una supervisión periódica de sus pies por un podólogo.

Cuando sea necesario el corte de uñas, deberá hacerse después del lavado y secado de los pies, procurando que haya buena luz. Usara cortaúñas, cortándolas cada ocho días, aproximadamente y siempre cuadradas, nunca en pico o redondeadas. En diabéticos, en vez de cortarlas, puede usar una lima de cartón con suavidad o para mayor seguridad acudir al podólogo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario